Ganando barlovento

Esta mañana han participado en el Cross de Navidad de la Armada los compañeros Quiles y Camero, quedando 2º y 3º respectivamente en la categoría de Veteranos C. Para variar, el mensaje de Camero en el WhatsApp del club es escueto como un parte meteorológico. Solo le faltó añadir «con viento duro de levante»…

Estos veteranos no solo han ganado unos cuantos barloventos en sus singladuras, también medallas y podios. Así que enhorabuena por partida doble.

Y ahora una confesión: no tengo ni idea de qué significa ganar barlovento, aunque sospecho que tiene algo que ver con perder sotavento. Algo del viento, pero vamos, hasta bien mayorcico no me enteré de que los vientos rolaban, yo pensaba que rulaban. Un lector atento a los gazapos me informó de que lo había escrito mal en las páginas del diario decano en la Región.

Y mira que soy de Cartagena, ciudad marinera donde las haya, y que incluso he cruzado el Drake —como ha hecho tantas veces Camero, pero él con gallardía—yo lo crucé sin levantarme de la litera. Bueno, salvo cuando la inclinación del barco por las olas me propulsaba literalmente fuera de ella, o cuando salía de la camareta a mear y/o vomitar agarrándome a lo que pillara por el pasillo porque temía sinceramente acabar ahogado en el Mar de Hoces, que así se llama ese trozo de océano donde Poseidón debe tener su gimnasio particular. Pero eso no me quita el derecho, como superviviente del Drake, a lucir aro en la oreja izquierda, como manda la tradición. Puede que algún día, si me atrevo a que me perforen el lóbulo en una farmacia (no sé si todavía se le hace eso a los bebés) lo luzca.

Y ahora que lo pienso, cuando uno echa la vista atrás hasta añora aquellos Rugientes Cuarenta, los Furiosos Cincuenta y los Aullantes Sesenta… Eh, Camero.

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